UNA MALA FUERZA
NEUTRALIZANTE
En cierta
oportunidad estaba hablando al señor Ouspensky y él me interrumpió para
decirme:
"¿Por qué
es usted tan trágico?"
Naturalmente me
sorprendió que me dijera esto.
Es sabido que
las gentes tienen tendencias a hablar de su vida y sus dificultades en tono
trágico y que se dejan llevar por ese sentido trágico de la vida.
Le contesté que
no creía hablar en tono trágico.
Me dijo: Si,
pero aún no lo percibe.
Pero este tono
trágico de la voz es señal de una mala fuerza neutralizante.
Hay que
aprender a no ser trágico.
Esto ocurrió
hace mucho tiempo, cuando las primeras reuniones se celebraban en Harley
Street.
Recuerdo el
lugar, las gentes, hasta las expresiones y las posturas, pero no saque nada en
limpio de lo que me dijo salvo el resentimiento.
Es decir, no
tenía conciencia alguna de haber hablado en tono trágico.
Lo único que
experimentaba era una sensación de herida moral y sorpresa.
Por cierto,
rememorando, veo que en realidad hablaba en un tono de tragedia.
La tragedia, el
hablar trágicamente, es un lujo que causa mucho placer y son muchos los que lo
gozan.
Todo puede ser
tomado de un modo trágico, dramático, negativo —esto es, se imagina uno
desempeñando el papel de un hombre o de una mujer que sufre trágicamente—.
Sin embargo,
tarde o temprano se debe llegar a tener conciencia de todo eso.
Entonces se lo
supera.
Porque tener plena
conciencia de una cosa es vencerla.
Es sólo la
semi-conciencia o no-conciencia las que tienen poder —lo no-visto-aún-plenamente,
lo no-reconocido-aún realmente—.
Muchas veces
pensé en lo que el señor Ouspensky dijo sobre ese particular: "Ser trágico
es un signo de una mala fuerza neutralizante".
En aquella
época comprendía poco ese término "fuerza neutralizante" y como dije,
me negué a admitir que hablaba trágicamente.
De hecho, nunca
habría admitido en aquella época mi auto-compasión o vanidad.
Dicho estado de
sueño se da muy a menudo.
Esta noche
hablaré de las triadas y por lo tanto de la fuerza neutralizante.
Empezaremos con
la idea general de las triadas tal como lo enseña el Trabajo.
El Trabajo
enseña que cada manifestación es el resultado de tres fuerzas, activa,
pasiva y neutralizante.
Para que una
manifestación tenga lugar son necesarias tres fuerzas.
Ninguna
manifestación puede tener lugar sin la cooperación de tres fuerzas.
Todo lo que se
manifiesta es debido a tres fuerzas.
Vemos una
manifestación y creemos que es una cosa.
Pero no se debe
a una cosa sino a tres cosas —esto es, tres fuerzas, que se encuentran en un
punto, lo cual produce la manifestación—.
Por lo tanto,
toda manifestación es una cosa compleja —no una cosa única, sino tres cosas
que están en cierto equilibrio.
Ahora bien,
para comprender tan simplemente como sea posible cómo cada manifestación es el
resultado de tres fuerzas y no de una sola fuerza, empecemos con la idea que SE
NECESITA ALGO y llamemos a esa necesidad fuerza activa.
Ahora bien,
necesitar simplemente algo no nos conduce a obtenerlo.
Este hecho desalienta
a mucha gente.
Dicen "si
no fuera por...", y otras cosas semejantes, y se vuelven negativas.
El mundo esta
lleno de esta clase de personas que desean simplemente algo y al no obtenerlo,
se desalientan y se vuelven trágicos.
Ahora bien, si
desea algo, es preciso tener en cuenta la existencia de la segunda fuerza, o
fuerza pasiva, que es la fuerza de resistencia contra lo que, quizá muy simple
e inocentemente, desea y espera conseguir.
Esta segunda
fuerza se enfrenta con todo lo que desea en cada oportunidad, en cada
punto.
Por eso el
Trabajo enseña que si se desea algo —si se tiene un propósito, digamos— es
preciso tener en cuenta la segunda fuerza que al punto se opondrá a lo que se
desea, a lo que uno se propone.
Una persona se
forja, digamos, una imagen fantasiosa, la idea de que es una maravillosa mujer,
adorada por todos los hombres, o un hombre maravilloso, que todas las mujeres
adoran.
Si, en la
imaginación esto es fácil.
Las gentes se
dejan llevar por esas fantasías a todo lo largo del día.
Empero, para
que la imaginación llegue a ser igual a la realidad exige tiempo y esfuerzo.
¿Por qué?
Porque en la
imaginación no hay segunda fuerza, o si la hay es muy escasa, digamos, porque
aquí interviene otra cosa que es muy interesante. Diré simplemente aquí que
ninguna fantasía es completamente satisfactoria y que la segunda fuerza suele
aparecer de diversas maneras.
Ahora bien, en
la realidad, si desea algo, tendrá que enfrentarse inevitablemente con la
fuerza que se opone a lo que desea —esto es, la segunda fuerza o fuerza de
resistencia a lo que desea — y luchar contra ellos.
Supongamos que
desea convertir a todos a su idea de vida y obligarlos a pensar de la misma
manera que usted.
Tómela como la
primera fuerza o fuerza activa.
Progresa en la
vida y se encuentra con la indiferencia o el escarnio o la crítica o el
desprecio.
Se deja dominar
por el desengaño o se vuelve trágico y lleno de auto-compasión.
¿Por qué?
Porque no ha
calculado los efectos de la segunda fuerza.
¿Qué papel
desempeña aquí la segunda fuerza?
No cuesta nada
verlo.
Las gentes no
se interesan, no lo creen, están satisfechas con lo que tienen, por eso los
otros son la segunda fuerza.
Así usted
fracasa y se vuelve trágico, incomprendido, y así sucesivamente.
Si, pero ¿Por
qué?
Porque desea
algo y no ve que la segunda fuerza aparecerá inevitablemente y se opondrá
inevitablemente a lo que desea.
La gente suele
llamarla el diablo.
Pero es la
Trinidad —las tres fuerzas que están obrando — activa, pasiva y neutralizante.
Ahora bien, la
relación entre la primera y la segunda fuerza es establecida por la naturaleza
y la calidad de la tercera fuerza.
LA TERCERA
FUERZA pone en conexión a la primera y segunda fuerzas y por eso es llamada a
veces fuerza relacionante.
Comprenderán
ahora por qué Ouspensky me dijo "hablar trágicamente era la señal de una
mala fuerza neutralizante".
¿Qué hace una
mala fuerza neutralizante?
UNA MALA FUERZA
NEUTRALIZANTE establece una mala relación con la segunda fuerza —con todo
aquello que se opone a lo que deseo.
Entonces seré
vencido por todas las cosas.
Cuando la
fuerza activa —y aquí la llamamos lo que se desea— posee una fuerza
neutralizante mala o equivocada respecto de la fuerza de oposición —esto es, la
segunda fuerza— entonces la segunda fuerza se convierte en fuerza activa.
Toda la triada
queda invertida.
Las dos
fuerzas, activa y pasiva, invierten sus papeles.
En lugar de
USAR la segunda fuerza como fuerza relacionante correcta o inteligente, para
llevar a cabo prácticamente el fin o propósito contenido en la fuerza activa,
la triada se invierte y la fuerza oponente triunfa — esto es, se convierte en
fuerza activa—.
Ahora bien,
esto puede suceder a una persona en cualquier momento porque lo que ésta desea
es imposible salvo en la imaginación.
En el Trabajo
nos aconsejan no tener demasiadas exigencias.
Si se tienen
demasiadas exigencias se estará entonces, siempre en pugna con la vida —esto
es, en contra de ese aspecto de la vida que es la segunda fuerza o fuerza
oponente—.
Nunca aprenderá
nada, nunca ganará nada por la experiencia, porque no se produce el esfuerzo
necesario para lidiar inteligentemente con la segunda fuerza.
Ahora se ve la
necesidad de la segunda fuerza para el desarrollo de la individualidad —esto
es, cómo un hombre individualmente y desde si tiene que habérselas con la
inevitable segunda fuerza—.
Si lo hace
inteligentemente la segunda fuerza le procurará excelentes resultados y en
lugar de ser simplemente una fuerza ciega y oponente, llegará a ser
gradualmente lo que desea.
Una persona no
se vuelve instantáneamente negativa cuando algo se le opone.
Prueba una cosa
y otra y esta formidable oposición cede gradualmente y llega a ser lo que desea
—o, digamos, más bien llega a ser lo que había de posible en lo que desea—.
Luego la fuerza
activa, lo que desea —e introduzcamos aquí la idea de lo que quiere—
MODIFICÁNDOSE logra su propósito por medio de una fuerza neutralizante
correcta.
Gurdjeff dijo:
"La Paciencia es la Madre de la Voluntad".
Esto es, la
Voluntad, ATRAVESANDO LA PACIENCIA como tercera fuerza, logra lo que desea.
Pero querer,
desear ciegamente, no es hábil, y sólo conduce a una dura e inflexible fuerza
de oposición —esto es, a una inversión de la triada, y así conduce a los
estados negativos.
En los
Evangelios, Cristo se refirió varias veces a la habilidad al ocuparse de
la vida y sus situaciones.
Esta noche no
nos extenderemos más sobre este tema sino que lo retomaremos otro día —a saber,
una hábil fuerza neutralizante.
Maurice Nicoll
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