domingo, 20 de diciembre de 2015

UNA MALA FUERZA NEUTRALIZANTE

UNA MALA FUERZA NEUTRALIZANTE

En cierta oportunidad estaba hablando al señor Ouspensky y él me interrumpió para decirme:

"¿Por qué es usted tan trágico?"
                               
Naturalmente me sorprendió que me dijera esto.

Es sabido que las gentes tienen tendencias a hablar de su vida y sus dificultades en tono trágico y que se dejan llevar por ese sentido trágico de la vida.

Le contesté que no creía hablar en tono trágico.

Me dijo: Si, pero aún no lo percibe.

Pero este tono trágico de la voz es señal de una mala fuerza neutralizante.

Hay que aprender a no ser trágico.

Esto ocurrió hace mucho tiempo, cuando las primeras reuniones se celebraban en Harley Street.

Recuerdo el lugar, las gentes, hasta las expresiones y las posturas, pero no saque nada en limpio de lo que me dijo salvo el resentimiento.

Es decir, no tenía conciencia alguna de haber hablado en tono trágico.

Lo único que experimentaba era una sensación de herida moral y sorpresa.

Por cierto, rememorando, veo que en realidad hablaba en un tono de tragedia.

La tragedia, el hablar trágicamente, es un lujo que causa mucho placer y son muchos los que lo gozan.

Todo puede ser tomado de un modo trágico, dramático, negativo —esto es, se imagina uno desempeñando el papel de un hombre o de una mujer que sufre trágicamente—.

Sin embargo, tarde o temprano se debe llegar a tener conciencia de todo eso.

Entonces se lo supera.

Porque tener plena conciencia de una cosa es vencerla.

Es sólo la semi-conciencia o no-conciencia las que tienen poder —lo no-visto-aún-plenamente, lo no-reconocido-aún realmente—.


Muchas veces pensé en lo que el señor Ouspensky dijo sobre ese particular: "Ser trágico es un signo de una mala fuerza neutralizante".

En aquella época comprendía poco ese término "fuerza neutralizante" y como dije, me negué a admitir que hablaba trágicamente.

De hecho, nunca habría admitido en aquella época mi auto-compasión o vanidad.

Dicho estado de sueño se da muy a menudo.

Esta noche hablaré de las triadas y por lo tanto de la fuerza neutralizante.

Empezaremos con la idea general de las triadas tal como lo enseña el Trabajo.

El Trabajo enseña que cada manifestación es el resultado de tres fuerzas, activa, pasiva y neutralizante.

Para que una manifestación tenga lugar son necesarias tres fuerzas.

Ninguna manifestación puede tener lugar sin la cooperación de tres fuerzas.

Todo lo que se manifiesta es debido a tres fuerzas.

Vemos una manifestación y creemos que es una cosa.

Pero no se debe a una cosa sino a tres cosas —esto es, tres fuerzas, que se encuentran en un punto, lo cual produce la manifestación—.

Por lo tanto, toda manifestación es una cosa compleja —no una cosa única, sino tres cosas que están en cierto equilibrio.

Ahora bien, para comprender tan simplemente como sea posible cómo cada manifestación es el resultado de tres fuerzas y no de una sola fuerza, empecemos con la idea que SE NECESITA ALGO y llamemos a esa necesidad fuerza activa.

Ahora bien, necesitar simplemente algo no nos conduce a obtenerlo.

Este hecho desalienta a mucha gente.

Dicen "si no fuera por...", y otras cosas semejantes, y se vuelven negativas.

El mundo esta lleno de esta clase de personas que desean simplemente algo y al no obtenerlo, se desalientan y se vuelven trágicos.

Ahora bien, si desea algo, es preciso tener en cuenta la existencia de la segunda fuerza, o fuerza pasiva, que es la fuerza de resistencia contra lo que, quizá muy simple e inocentemente, desea y espera conseguir.

Esta segunda fuerza se enfrenta con todo lo que desea en cada oportunidad, en cada punto.

Por eso el Trabajo enseña que si se desea algo —si se tiene un propósito, digamos— es preciso tener en cuenta la segunda fuerza que al punto se opondrá a lo que se desea, a lo que uno se propone.

Una persona se forja, digamos, una imagen fantasiosa, la idea de que es una maravillosa mujer, adorada por todos los hombres, o un hombre maravilloso, que todas las mujeres adoran.

Si, en la imaginación esto es fácil.

Las gentes se dejan llevar por esas fantasías a todo lo largo del día.

Empero, para que la imaginación llegue a ser igual a la realidad exige tiempo y esfuerzo.

¿Por qué?

Porque en la imaginación no hay segunda fuerza, o si la hay es muy escasa, digamos, porque aquí interviene otra cosa que es muy interesante. Diré simplemente aquí que ninguna fantasía es completamente satisfactoria y que la segunda fuerza suele aparecer de diversas maneras.

Ahora bien, en la realidad, si desea algo, tendrá que enfrentarse inevitablemente con la fuerza que se opone a lo que desea —esto es, la segunda fuerza o fuerza de resistencia a lo que desea — y luchar contra ellos.

Supongamos que desea convertir a todos a su idea de vida y obligarlos a pensar de la misma manera que usted.

Tómela como la primera fuerza o fuerza activa.

Progresa en la vida y se encuentra con la indiferencia o el escarnio o la crítica o el desprecio.

Se deja dominar por el desengaño o se vuelve trágico y lleno de auto-compasión.

¿Por qué?

Porque no ha calculado los efectos de la segunda fuerza.

¿Qué papel desempeña aquí la segunda fuerza?

No cuesta nada verlo.

Las gentes no se interesan, no lo creen, están satisfechas con lo que tienen, por eso los otros son la segunda fuerza.

Así usted fracasa y se vuelve trágico, incomprendido, y así sucesivamente.

Si, pero ¿Por qué?

Porque desea algo y no ve que la segunda fuerza aparecerá inevitablemente y se opondrá inevitablemente a lo que desea.

La gente suele llamarla el diablo.

Pero es la Trinidad —las tres fuerzas que están obrando — activa, pasiva y neutralizante.

Ahora bien, la relación entre la primera y la segunda fuerza es establecida por la naturaleza y la calidad de la tercera fuerza.

LA TERCERA FUERZA pone en conexión a la primera y segunda fuerzas y por eso es llamada a veces fuerza relacionante.

Comprenderán ahora por qué Ouspensky me dijo "hablar trágicamente era la señal de una mala fuerza neutralizante".

¿Qué hace una mala fuerza neutralizante?

UNA MALA FUERZA NEUTRALIZANTE establece una mala relación con la segunda fuerza —con todo aquello que se opone a lo que deseo.

Entonces seré vencido por todas las cosas.

Cuando la fuerza activa —y aquí la llamamos lo que se desea— posee una fuerza neutralizante mala o equivocada respecto de la fuerza de oposición —esto es, la segunda fuerza— entonces la segunda fuerza se convierte en fuerza activa.

Toda la triada queda invertida.

Las dos fuerzas, activa y pasiva, invierten sus papeles.

En lugar de USAR la segunda fuerza como fuerza relacionante correcta o inteligente, para llevar a cabo prácticamente el fin o propósito contenido en la fuerza activa, la triada se invierte y la fuerza oponente triunfa — esto es, se convierte en fuerza activa—.

Ahora bien, esto puede suceder a una persona en cualquier momento porque lo que ésta desea es imposible salvo en la imaginación.

En el Trabajo nos aconsejan no tener demasiadas exigencias.

Si se tienen demasiadas exigencias se estará entonces, siempre en pugna con la vida —esto es, en contra de ese aspecto de la vida que es la segunda fuerza o fuerza oponente—.

Nunca aprenderá nada, nunca ganará nada por la experiencia, porque no se produce el esfuerzo necesario para lidiar inteligentemente con la segunda fuerza.

Ahora se ve la necesidad de la segunda fuerza para el desarrollo de la individualidad —esto es, cómo un hombre individualmente y desde si tiene que habérselas con la inevitable segunda fuerza—.

Si lo hace inteligentemente la segunda fuerza le procurará excelentes resultados y en lugar de ser simplemente una fuerza ciega y oponente, llegará a ser gradualmente lo que desea.

Una persona no se vuelve instantáneamente negativa cuando algo se le opone.

Prueba una cosa y otra y esta formidable oposición cede gradualmente y llega a ser lo que desea —o, digamos, más bien llega a ser lo que había de posible en lo que desea—.

Luego la fuerza activa, lo que desea —e introduzcamos aquí la idea de lo que quiere— MODIFICÁNDOSE logra su propósito por medio de una fuerza neutralizante correcta.

Gurdjeff dijo: "La Paciencia es la Madre de la Voluntad".

Esto es, la Voluntad, ATRAVESANDO LA PACIENCIA como tercera fuerza, logra lo que desea.

Pero querer, desear ciegamente, no es hábil, y sólo conduce a una dura e inflexible fuerza de oposición —esto es, a una inversión de la triada, y así conduce a los estados negativos.

En los Evangelios, Cristo se refirió varias veces a la habilidad al ocuparse de la vida y sus situaciones.

Esta noche no nos extenderemos más sobre este tema sino que lo retomaremos otro día —a saber, una hábil fuerza neutralizante.

Maurice Nicoll




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