LA SEGUNDA FUERZA O
FUERZA DE RESISTENCIA
Hemos dicho
recientemente que la Voluntad se define en el Trabajo como el hallazgo de una
solución y no como la negación de algo.
Cuando se percibe que
obra en la vida una Segunda Fuerza, algo que impide lograr algún objeto, que
puede ser considerado como Primera Fuerza o Fuerza Activa, ello demanda una
solución y no una mera negación; y es aquí donde comienza el acto de Voluntad
—en la conciliación de los opuestos.
No es posible librarse
de la Segunda Fuerza por medio de la violencia porque esto sólo la hará más
fuerte, pero se puede ser un mediador y en cierto modo hacer que la segunda
fuerza coopere con la Fuerza Activa por medio de una nueva actitud hacia la
situación, como Tercera Fuerza.
Una de las experiencias
más maravillosas es darse cuenta de la enorme cantidad de Segunda Fuerza inútil
que creamos en nosotros debido a nuestras actitudes y nuestra imaginación, y
cuántas infinitas formas de Segunda Fuerza surgen simplemente porque poseemos
un número de actitudes que no observamos y que complican todas las cosas en
nuestra vida creando una innecesaria y ciega Segunda Fuerza.
Separarse a sí mismo de
las propias actitudes, de algunos prejuicios inculcados y finalmente del poder
de algunos topes, si es posible, es experimentar un grado de libertad muy
difícil de describir.
Se da cuenta uno de que
estuvo en poder de algo que nunca había sospechado y advierte que ya no debe
enfrentar más las mismas dificultades artificiales.
Tal experiencia hace que
sea posible ver más conscientemente nuestra vida en el pasado porque cuando se
produce una mutación del Estado psicológico mediante un aumento de conciencia —esto
es, de percepción de lo que uno es— se puede ver más distintamente la propia
vida en el pasado desde un punto liberado y de un modo más consciente.
No se puede ver la
propia vida, que es lo que fue hecho por el propio nivel de ser, desde ese
mismo nivel de ser.
Somos incapaces, por
ejemplo, de ver cuán extraordinariamente insensatos hemos sido en mil y una
ocasiones o cuán innecesariamente complicadas hemos hecho algunas cosas, a
menos que nazca en nosotros un nuevo punto de conciencia, desde el cual podamos
verlo.
No se lo podrá ver
porque no se tiene con qué verlo, esto es, no se tiene un nuevo punto de vista.
Pero si algo ha cambiado
en un hombre y hasta ese punto, dicho hombre se ha liberado de alguna actitud hacia
sí mismo o hacia los otros o hacia la vida, entonces será capaz de ver como
ésta actitud ha obrado en él a través de su vida y entenderá esta frase: "El
nivel de ser atrae la vida de un hombre".
Es una experiencia
interesante.
Ahora bien, para volver
a lo que estábamos diciendo —que el cambio de actitud o liberarse de alguna
actitud cambiará la naturaleza de la segunda fuerza en la propia vida— la
voluntad plena es definida técnicamente en el Trabajo como el poder de ser
consciente simultáneamente en las tres fuerzas.
En una ocasión se dijo:
"No somos conscientes ni siquiera de una fuerza, aún menos de dos y nunca
de tres".
Esto tiene que ver en
parte con el hecho de que por lo general sólo pensamos en una cosa a la vez.
Hallamos muy difícil pensar
en función de dos cosas y es imposible pensar en función de tres.
Pero esto no equivale
exactamente a la plena voluntad, porque ser consciente de una fuerza no es la
misma cosa que pensar en ella, del mismo modo que ser consciente de la verdad
de algo no es la misma cosa que estar convencido de ello, o ser consciente del
estado de recuerdo de si no es la misma cosa que pensar sobre el recuerdo de
si.
Ser consciente de la
Primera Fuerza es saber lo que se desea.
Ser consciente de la
segunda fuerza es conocer las dificultades que se opondrán a dicho deseo.
Y ser consciente de la
Tercera Fuerza es ser consciente al mismo tiempo de lo que se desea y de lo que
uno desea y de la eventual solución.
Cada Fuerza modifica a
la otra, y por cierto hasta tal punto que en la solución final el resultado
nunca se asemeja a lo que se deseaba lograr —esto es, nunca se asemeja a la
Fuerza Activa con la cual se lo inicio.
Por otra parte, las
dificultades tampoco son las mismas que las que se pudo ver antes de que la
necesaria Tercera Fuerza o Fuerza Neutralizante entrase en la esfera consciente
de experiencia y concertara las relaciones de la Primera y la Segunda Fuerza DE
MODO QUE FUERA POSIBLE ALGUNA MANIFESTACIÓN.
Ahora bien, se que todo
esto puede parecer teórico pero no lo es: es muy práctico y se lo puede
experimentar hasta cierto punto si se sabe lo que se busca y se tiene la
paciencia de hacerlo.
Es preciso, ante todo,
ser consciente en lo posible de todo cuanto corresponde a la Primera Fuerza.
Esto es, tomando las
fuerzas tal como obran dentro de nosotros, psicológicamente, se ha de ser
consciente de lo que se quiere, de lo que se desea, o de lo que se espera.
Al tomar conciencia de
esta fuerza en lugar de pensar sobre ella —lo cual se hace a menudo por medio
de un proceso de dialogo interior, así como por medio de la observación de sí
durante un prolongado período, se llega a percibir que la segunda fuerza es
inevitablemente convocada por la calidad particular de la primera fuerza.
Cada fuerza activa
convoca a su propia segunda fuerza.
Si se tiene prisa, le
parece a uno que toda la gente se mueve muy lentamente: si uno desea moverse
lentamente, le parece a uno que toda la gente anda de prisa.
Cuando se vive un tiempo
en la conciencia de lo que se quiere, se verá al mismo tiempo más y más la
segunda fuerza que dio origen a esta conciencia, de modo que se llegará a ser
consciente simultáneamente de las dos fuerzas.
Se verá que no es
posible hacer esto o aquello a causa de esto o de aquello, pero se verá el por
qué.
Al no identificarse con
ninguno de ellos —y en la práctica siempre lo hacemos, lo cual malogra toda la
experiencia— se puede tener una vislumbre de la tercera fuerza que entra COMO
POR MAGIA y hace que la primera y la segunda fuerza se relacionen entre si, de
modo que ya no se sienten como fuerzas opuestas, como un conflicto de opuestos.
Esto es hallar una
solución y es de advertir que tiene que ver con la voluntad, puesto que la
voluntad tiene tres aspectos en si, o tres fuerzas, y la voluntad consciente es
por lo tanto consciente de las tres fuerzas, lo que conduce a un acto de plena
voluntad.
Aunque esto al presente
está fuera de nuestro alcance, es posible realizarlo en pequeña escala.
No obstante, tenemos una
imagen parcial de la "voluntad" y siempre la concebimos como algo que
separa, que divide, que prohíbe, como algo duro, intolerante, inflexible y
negativo, solo capaz de seguir un curso invariable.
La voluntad desde el
punto de vista del Trabajo es por el contrario algo flexible, inteligente y no
unilateral sino trilateral.
Desde luego la voluntad
deriva de lo real en nosotros y esto no es una cosa que se pueda conocer
directamente.
Pero mientras sigamos
siendo unilaterales en todos los sentidos nada puede provenir de ese nivel
superior desde el cual provienen las influencias del ser que nos dan nuestro
verdadero significado y la paz interior.
Al menos, es preciso
aprender ante todo a tener un doble pensamiento, a ver las cosas desde
diferentes lados y a considerarlas objetivamente; es preciso no solo ver las
dificultades de los otros poniéndose en su lugar, lo cual es un acto consciente
definido, sino ver las propias dificultades sin identificarse y tan
objetivamente como sea posible, porque de éste modo logramos un nuevo
sentimiento de nosotros mismos y un nuevo y más flexible sentido de lo que
somos.
Ello nos producirá un
extraño efecto en virtud del aumento de conciencia o luz y será en realidad el
comienzo de la acción del Trabajo sobre nosotros.
Muy a menudo sentimos
que es preciso enfrentarse con las cosas.
Muchas veces la gente
vive en ese estado toda la vida.
Entonces es necesario
iniciar un dialogo interior consigo mismo, tal como: "¿Contra qué debo
luchar?", etc., para descubrir cuál es la cosa a la que se debe hacer
frente, porque lo que se siente es que la cosa con la cual es preciso
enfrentarse es debida a lo que uno mismo desea.
Luego, una persona puede
estar llena de deseos vagos e imposibles que crean una inútil segunda fuerza y
así producen en ella un sentimiento igualmente vago de resistencia.
Luego comienza a ser más
consciente de la primera fuerza, esto despierta la mente y hace que dicha
persona sea práctica.
Pero no hay que creer
que es fácil.
Al mismo tiempo tampoco
conviene vivir siempre en un vago sentido de estar perdido, de desengaño, de
rememoración.
Esto carcome la fuerza.
¿Donde estoy yo? ¿Que deseo? ¿Que me pasa?
Estas duras preguntas
que se hace uno a sí mismo son cada vez más necesarias en el Trabajo.
Maurice Nicoll
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